Carnavales 2007

Hacía mucho que no me pasaba por el blog para contar nada nuevo, pero bueno, cuando pasa algo de importancia o reseñable vuelvo, y esta es la historia que voy a contar hoy.
Este año los carnavales han sido especiales, Jaime nos invitó a su pueblo, Serradilla del Arroyo, para pasar los días del puente y ya que está al lado de Ciudad Rodrigo disfrutar de sus carnavales.
Los carnavales mirobrigienses muestran una peculiaridad, tienen festejos taurinos, lo que me ha permitido correr unos encierros, así que me he quitado el mono que arrastraba desde el verano pasado, cuando no pude correr los del pueblo, pero no adelantemos cosas.
El primer día llegamos al pueblo y después de los excesos gastronómicos que solemos realizar en estas salidas, nos dió por dar una vuelta por el campo, Jaime me dijo que si había narices de hacer un campo a través por las laderas de la montaña y como no, acepté encantado, hacía mucho que no triscaba por un monte, desde mis tiempos en el colegio cuando subía repechines y hacíamos excursiones memorables, los que más sufrieron fueron Elena, que llevaba unas botas con tacones anchos y Rubén, que no está demasiado acostumbrado a ello.
El ascenso fué más o menos fácil, pero el descenso por el otro lado se convirtió en una tortura porque Rubén se metía en todas las zarzas y Elena no paraba de proferir amenazas contra Jaime y contra mi por haber propuesto la actividad, sobre todo cuando la tocó pasar por entre la alambrada de espino, aunque al fin y al cabo volvimos todos sanos y salvos.
Esa noche fuimos a Ciudad Rodrigo y nos encontramos con un compañero de clase de Jaime y su pandilla que iban disfrazados de animadoras, aunque por el aspecto parecían más mujeres de la vida que otra cosa.
Para más inri, llevaban la bebida en una pecera de cristal y en varios vasos florero parecidos a los del SU.
Fue una noche muy divertida, nos hicimos fotos con duffman, vimos al conde Chócula, hubo varios apagones en toda la ciudad, me quedé ronco...
Al día siguiente vino Luismi otro compañero de Jaime para quedarse en la casa, por la tarde fuimos a ver el encierro pero no pude correrlo porque Jaime no se atrevía, y uno sólo no es lo mismo.
Por la noche nos dió por hacer otro paseo por el monte, esta vez hasta las 3 de la mañana caminando por carreteras, prados y colinas, pasando por otro pueblo cercano en el que Jaime se empeñó en jugar a la mano negra con poca fortuna ya que las 3 veces que nos tocó correr acabamos en sendos callejones sin salida, menos mal que los lugareños no montaron una patrulla de exterminio de forasteros. También llegamos a casa sin rasguños y eso que tuvimos que cruzar a oscuras varias alambradas de espino, cómo nos gustan las trincheras. Lo pasamos bastante bien haciendo gracias en la oscuridad y campo a través.
Al día siguiente por fin convencí a Jaime para correr el encierro y luego estaba más contento que un niño el día de reyes, por lo que se vé nunca había corrido ninguno, así que tuve que asesorarle. A la tarde y ya en Serradilla, volvimos a hacer campo a través para llegar al pueblo en el que la noche anterior habíamos hecho el vándalo para comprar panceta y chorizos, como siempre haciendo la barbacoa y maltratando nuestro aparato digestivo.
El último día recogimos toda la casa y nos vinimos con el regustillo amargo de que no estuvimos todos los de la pandilla y de que no hubieran sido más días, pero pensado en repetir en cuanto se nos presente la ocasión, aunque la próxima escapada fijada es la de fallas.